Hoy
celebramos la memoria de la muy querida madre Teresa de Calcuta, ya Beata. ¿Quién
no ha escuchado hablar de ella? Las personas de mi generación hemos sido
testigos de quién fue ella y no por haber leído sobre ella, sino por haberla
visto en su caminar, en las diversas oportunidades en que viajó por el mundo
llevando un mensaje de esperanza.
Gracias Jesús por el
Don de Teresa a la humanidad. Gracias porque en ella nos mostraste
que hoy es posible vivir el Evangelio con toda su belleza y
libertad. Gracias porque en su vida nos recordaste que tus preferidos son los
más pobres. Gracias porque mostraste que lo más importante es
el amor a Dios expresado en el amor al prójimo a quien vemos.
Entre sus muchos pensamientos este es uno
de los que más me agrada de ella:
EL día más bello: Hoy.
La cosa más fácil: Equivocarse.
El obstáculo más grande: El miedo.
El error mayor: Abandonarse.
La raíz de todos los males: El egoísmo.
La distracción más bella: El trabajo.
La peor derrota: El desaliento.
Los mejores profesores: Los niños.
La primera necesidad: Comunicarse.
Lo que más hace feliz: Ser útil a los demás.
El misterio más grande: La muerte.
El peor defecto: El mal humor.
La persona más peligrosa: La mentirosa.
El sentimiento más ruin: El rencor.
El regalo más bello: El perdón.
Lo más imprescindible: El hogar.
La ruta más rápida: El camino más correcto.
La sensación más grata: La paz interior.
El resguardo más eficaz: La sonrisa.
El mejor remedio: El optimismo.
La mayor satisfacción: El deber cumplido.
La fuerza más potente del mundo: La fe.
Las personas más necesarias: Los padres.
Lo más bello de todo: El amor.
Si desean conocer algo
más de su vida la siguiente página les puede servir:
Y entre algunas frases suyas, las siguientes son muy profundas:
"El fruto del silencio es la oración. El fruto de la
oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el
servicio. El fruto del servicio es la paz".
"La paz comienza con una sonrisa".
"A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una
gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota".
“Nuestros sufrimientos son caricias bondadosas de Dios,
llamándonos para que nos volvamos a Él, y para hacernos reconocer que no somos
nosotros los que controlamos nuestras vidas, sino que es Dios quien tiene el
control, y podemos confiar plenamente en Él”.
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