El
celebre Cardenal Mercier, de paso por Dijon quiso venerar el sepulcro de la
entonces sierva de Dios Isabel de la Trinidad. Al
explicarle la Madre
Priora que solo había sido religiosa carmelita seis escasos
años, exclamó: "¡Aquí se llega a ser santas muy deprisa!".
Isabel de la Trinidad, que se puso ese nombre por su gran amor
a Los "TRES", como ella gustaba llamar a la Santísima Trinidad, en el
siglo se llamó Isabel Catez Rolland.
Nació en el campo militar de Avor, cerca de Bourges (Francia), el 18 de
julio de 1880. Sus padres fueron
Francisco José Catez y María Rolland; ambos fueron buenos cristianos y supieron
inculcar en Isabel y Margarita -su hermana y confidente- el amor a Dios y al
prójimo. Cuando Isabel tiene apenas
siete años fallece su Padre después de una larga enfermedad sufrida
cristianamente y entonces irán a vivir en la ciudad de Dijon.
Es bautizada en la
Capilla de Avor el 22 de julio de 1880, fiesta de Santa María
Magdalena, santa a la que profesó gran devoción. El 19 de abril de 1891 hizo su Primera
Comunión en la Parroquia
de San Miguel en Dijon; al salir de la Iglesia Isabel le
dirá a su amiga María Luisa Hallo: "Ya
no tengo hambre. Jesús me ha saciado" (Palabras Luminosas en el
mundo). Durante la primavera de 1891 se
confesará por primera vez y se verificará un cambio radical en su
conducta. El 08 de junio de 1891 recibe
el sacramento de la
Confirmación.
Durante su juventud asistirá a la Parroquia de San Miguel
de Dijon y en ella realizará un fecundo apostolado apadrinando a los hijos de
los trabajadores del tabaco, dando catequesis a los niños que se preparaban
para la primera comunión y formando parte del coro parroquial.
Desde temprana edad sintió el llamado a unirse a Jesús por
medio del voto de virginidad, he aquí su bello testimonio: "Iba a cumplir catorce años cuando un día,
durante mi acción de gracias, me sentí irresistiblemente impulsada a
escogerle por mi único Esposo. Sin más dilaciones me uní a Él con voto de
virginidad. Nada más nos dijimos. Pero nos entregamos el uno al otro con un
amor tan intenso que la resolución de ser totalmente suya se hizo entonces más
definitiva" (Palabras Luminosas en el mundo).
Su vocación al Carmelo surge durante su adolescencia: "Otro día después de la comunión sentí
pronunciar la palabra Carmelo dentro de mi alma. Desde entonces sólo pensé sepultarme detrás de
las rejas" (Palabras Luminosas en el mundo). Y en otra ocasión: "Esta mañana, durante la acción de gracias, he comprendido que el
Señor me llama al Carmelo" (Palabras Luminosas en el mundo).
El 02 de agosto de 1901, superadas todas las dificultades,
sobretodo la negativa de su madre, ingresó en el Carmelo de Dijon. Desde el principio se entregó de lleno a su
vocación, a la que amará con toda su alma: "Esta
es la vida del Carmelo: vivir en Él... Ama el silencio y la oración porque
constituyen la esencia de nuestra vida carmelitana... Observarás que nuestra
Orden es muy antigua pues se remonta hasta los profetas. ¡Ah! Cuánto me agradaría poder cantar todas
sus glorias... Amemos nuestro
Carmelo. Es incomparable. En cuanto a la Regla , Germanita mía, ya
verás algún día, qué hermosa es" (Carta Nº 118 a la señorita Germana
Gémeaux del 14 de setiembre de 1902).
Así de enamorada estaba Sor Isabel de la vida que había abrazado.
No son muchas las obras que escribió y sin embargo es una de
las figuras mas destacadas de la espiritualidad contemporánea. Con el ejemplo de su vida y con sus escritos,
breves pero profundos, ejerce un influjo desde hace muchos años muy grande en
cuantos tratan de vivir mejor la vida de perfección. Quiera Dios que pueda ser declarada Doctora de la Iglesia ya que cumple con
las condiciones que el Papa Benedicto XIV señaló como indispensables para ser
nombrado oficialmente doctor de la Iglesia: doctrina eminente (El nuevo camino
espiritual que ha descubierto de Alabanza de Gloria), santidad notoria (Ya es
Beata y falta sólo la canonización) y declaración del Papa o del Concilio
(tenemos que hacer crecer una fuerte corriente de opinión a favor de su
doctorado). Ya en el libro de los
"Recuerdos", escrito por la Madre Germana , en el capítulo 18 de los
testimonios, entre otros, leemos: "Un venerable Canónigo de Inglaterra nos
escribe las siguientes líneas: <Su futura Santa Isabel de la Trinidad es
para su servidor la angelical Doctora de la vida Carmelitana y Sacerdotal, que
para mí es una misma cosa. Su gran
mérito consiste en ser tan realizable como imitable, por más que se trate de la
cumbre misma de la perfección...>".
Comprometámonos en orar para que nuestra pequeña Alabanza de
Gloria sea declarada Santa y para que sea proclamada doctora de la Iglesia como
Santa Teresa del Niño Jesús con su camino de la Infancia Espiritual.
Sus principales escritos son:
1.
"Epistolario"
(301 cartas). Entre las que destacan:
a.
Carta - Tratadillo sobre
la grandeza de nuestra vocación (Carta
Nº 276 a
Francisca Sourdon - 11/09/1906).
b.
Carta - Mensaje
"Déjate amar" (Carta Nº 301
a la
Rvda. Madre Germana de Jesús - Noviembre de 1906).
2.
"Misivas
Espirituales" (27).
3.
"Diario
Espiritual".
4.
"Composiciones
Poéticas" (119).
5.
"Oraciones"
(02).
6.
"Elevaciones
Espirituales" (04).
7.
"Elevación a la
Santísima Trinidad".
8.
Tratados Espirituales
(02):
a.
"Como hallar el
cielo en la tierra".
b.
"Ultimos ejercicios
espirituales de Laudem Gloriae".
9.
Palabras Luminosas:
a.
En el mundo.
b.
En el Carmelo.
En la experiencia de Sor Isabel es clave la vivencia del
misterio de la
Inhabitación Trinitaria , Misterio que será el centro de su
vida y del que será mensajera. Ya en el
mundo sentirá esa misteriosa presencia de la Trinidad en su alma que la llevará
a exclamar: "Estoy habitada" (Palabras
Luminosas en el mundo). Pero será en el
Carmelo donde ha de profundizar y llevar a plenitud su vocación Trinitaria: “He hallado mi cielo en la tierra pues el cielo es Dios y Dios está en
mi alma. El día que comprendí esta
verdad todo se iluminó en mí. Quisiera
revelar este secreto a todas las personas a quienes amo para que ellas se unan
siempre a Dios a través de todas las cosas y se cumpla así la oración de
Jesucristo: Padre, que sean completamente uno (Jn. 17,23)" (Carta Nº 110 a la señora Condesa de
Sourdon - 1902).
Un aspecto importante y central de la espiritualidad de Sor
Isabel de la Trinidad es su deseo de ser una humanidad suplementaria de Cristo:
"Seamos para El como una humanidad
suplementaria donde pueda renovar todo su misterio. Le he pedido que se instale en mí como
Adorador, Reparador y Salvador". (Carta Nº 193 al Seminarista Andrés
Chevignard del 29 de noviembre de 1904).
Esta conformación con Jesús se hará realidad hasta el extremo, es decir
hasta ser, por decirlo de una manera, la réplica viva del Crucificado: "Quiero conocerlo; quiero probar el poder de
su resurrección y tener parte en sus sufrimientos, hasta ser semejante a Él en
su muerte" (Fil. 3,10).
Probablemente a finales del año 1904 tiene un encuentro
trascendental con una religiosa, Sor Amada de Jesús, quien le comunica una
frase que ha leído en San Pablo: "Dios nos ha predestinado a ser sus
hijos adoptivos para alabanza de su gloria" (Ef. 1,12). Sor Isabel tiene entonces una intuición
maravillosa, ha descubierto el destino de su vida, ha encontrado su verdadero
nombre, un nombre carismático: LAUDEM GLORIAE.
Tiene conciencia de haber sido elegida para ser en el Carmelo la Alabanza de Gloria de la Santísima Trinidad. Su entusiasmo es desbordante y se lo comunica
a las personas de su intimidad: “Voy a
hacerle una confidencia muy íntima: Mi ideal consiste en ser la Alabanza de su
gloria. Lo he leído en San Pablo (Ef.
1,12). Mi divino Esposo me ha dado a
entender que esta es mi vocación desde el destierro, en espera de ir a
cantar el sanctus eterno en la ciudad de los Santos. Pero esto requiere gran fidelidad. Ser Alabanza de gloria exige estar muerta a
cuanto no sea Él para vibrar sólo a impulsos de su toque divino"
(Carta Nº 210 al Canónigo Sr. Angles - Diciembre de 1905). Ser Alabanza de gloria es el camino nuevo que
sor Isabel ha descubierto, es la misión carismática que Dios le ha dado en el
misterio de la Iglesia, este es su aporte al pueblo de Dios y que nosotros,
hijos del Carmelo, debemos ayudar a hacer conocer.
Aquilatada por pruebas espirituales y físicas recibió de Dios
gracias místicas que la fueron preparando para el definitivo encuentro. Una de ellas la recibió en la mañana de la Ascensión de 1906, es la
gracia de la presencia sensible de la Santísima Trinidad en su alma: "...El Señor me concedió una gracia tan
especial que perdí la noción del tiempo.
Esta mañana he escuchado en el fondo de mi alma estas palabras: <si alguno me ama, mi Padre le amará, y
vendremos a él y haremos morada en él>. (Jn. 14,23). He comprendido inmediatamente la verdad
de esta expresión. Me es imposible
manifestar de qué modo se me revelaron las Tres Divinas Personas. Sin embargo, yo las veía celebrar dentro de
mí su consejo de amor. Me parece que sigo
viéndolas así. ¡Oh, que grande es Dios y
cuánto nos ama!" (Palabras
Luminosas en el Carmelo). La otra fue la
gracia de la Herida
o toque de Amor: "Ayer por la
noche, cuando mi alma sufría una especie de desfallecimiento total, me sentí de
repente invadida por el Amor. No encuentro palabras para expresar lo que
experimenté. Era un fuego de una dulzura
infinita y, al mismo tiempo, parecía producirme una herida mortal. Creo que si se hubiese prolongado hubiera
muerto" (Palabras Luminosas en el Carmelo).
Días antes de su muerte repitió la misión que esperaba
desempeñar en el cielo: "Presiento
que mi misión en el cielo consistirá en atraer a las almas, ayudándolas a salir
de ellas mismas, para unirse al Señor a través de un movimiento sencillo y
amoroso, y conservarlas en ese gran silencio interior que permite a Dios
imprimirse en ellas, transformarlas en Él" (Carta Nº 295 a Sor María Odilia del 28
de octubre de 1906).
En su última carta, dirigida a la Madre Germana de
Jesús, su "Sacerdote Santo"
- como gustaba llamarla -, nos lega a los hijos del Carmelo y a cuantos se
sientan llamados a seguirla en ese nuevo camino de santificación, su herencia
espiritual: "...Al partir de este
mundo le dejo en herencia la vocación que tuve dentro de la Iglesia militante,
vocación que yo cumpliré ininterrumpidamente en la Iglesia triunfante: Ser
Alabanza de gloria de la Santísima Trinidad" (Carta Nº 301 a la Rvda. Madre Germana de
Jesús - Noviembre de 1906).
Las últimas palabras inteligibles que pronunció en este mundo
fueron: "Me voy a la luz, a la
vida, al amor" (Palabras Luminosas en el Carmelo). Su vida se extinguió el 09 de noviembre de
1906 al toque del Angelus. Eran las seis
menos cuarto de la mañana. Con su cuerpo
recostado sobre el lado derecho, con su cabeza echada hacia atrás y con sus
ojos abiertos y contemplando el cielo, Sor Isabel traspasó los umbrales de la
eternidad para ser una ALABANZA DE
GLORIA en la
Iglesia Triunfante ; es así como ella misma lo había dicho: "Apenas penetre en el umbral del
cielo, me lanzaré como una flecha al seno de mis Tres. Una Alabanza de gloria sólo puede ocupar ese
puesto en la eternidad. Me abismaré en
ellos cada vez más" (Palabras Luminosas en el Carmelo).
El Papa Juan Pablo II la consideró entre los maestros que más
influyeron en su vida espiritual. El
mismo Sumo Pontífice la declaró Venerable el 12 de julio de 1982 y la beatificó
solemnemente en la Basílica
de San Pedro - Roma, el 25 de noviembre de 1984, solemnidad de Cristo Rey.
El Carmelo Teresiano celebra su memoria el 08 de noviembre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario