miércoles, 16 de marzo de 2011

SAN JOSÉ, ESPOSO DE MARÍA Y PADRE ADOPTIVO DE JESÚS - 19 de marzo


       San José ocupa en la Iglesia el lugar más alto y cercano a los hombres después de María.  Y esto es en razón del puesto singular que ocupa en la historia de la Salvación: Ser esposo de María y Padre adoptivo de Jesús.
        Es poco lo que los evangelios nos dicen de él, y es más, no tenemos de él ninguna palabra pronunciada por su boca o atribuida a él.  Y es que en San José, hombre justo, todo es ACTITUDES más que palabras.  No es hombre de palabras si no de VIDA.  Es por eso que José es modelo para todo cristiano y  para todo hombre de buena voluntad.  A veces nos cuestan las palabras o no somos fáciles de palabra, pero José nos enseña que lo importante no es eso sino VIVIR lo que creemos y decimos.  Sus actitudes son ejemplo a seguir: Actitud de escucha con María, con el Ángel, con el mismo Dios; actitud de compasión y tolerancia con María y el mismo Dios que lo lleva de un lugar a otro; actitud de justicia con su esposa porque sabe que ella es incapaz de haberle fallado y por lo mismo no quiere hacerla quedar mal; actitud de paz interior consigo mismo; actitud de servicio a través de su trabajo y por lo mismo a Jesús lo conocen como "el hijo del carpintero."
        Celebrar a San José es celebrar la obra de Dios en su vida, es comprometernos a imitarlo en sus diferentes actitudes, es dejar de ser hombres de "palabra" para pasar a ser hombres de ACCIÓN, pero  una acción que nace de la escucha de Dios y la aceptación de su voluntad.
        Ah, y honrarlo no es limitarnos a festejar superficialmente sus celebraciones litúrgicas, sino más bien partir de ellas, desde las resonancias bíblicas que bien lo presentan para impregnar nuestras vidas de ese gran amor que bien supo profesar a Dios, a María su esposa y a su hijo Jesús.
        Por último, celebrar a José es celebrar a  toda su familia, a la Familia de Nazaret de la que él fue protector y amoroso padre y esposo.
        Dispongámonos a celebrar sus festividades con mucha alegría y gratitud a Dios y al mismo José, quien nos ha demostrado que se puede ser "santo" sin mayor exigencia que la misma que nos propone Jesús: "Ámense unos a otros como yo los he amado"

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